La comida chatarra no solo trae problemas digestivos y de nutrición sino que también pueden causar terribles enfermedades. El nivel de consumo de comida basura es preocupante sobre todo en los niños y jóvenes.
La expresión “comida chatarra” fue creada por Michael Jacobson, el director del Centro para la Ciencia en el Interés Público, en 1972. Esta expresión designa a todos aquellos alimentos que no poseen valor nutricional, es decir, que no nos aportan nutrientes.
Lo único que nos suman son muchas calorías, sal, azúcar y grasas para el organismo, por eso es que la comida chatarra es muy poco saludable.
Son alimentos con poca cantidad de los nutrientes que el cuerpo necesita y con un alto contenido de grasa, azúcar y sal, elementos que el cuerpo puede obtener en exceso con mucha facilidad. Las papas fritas, las golosinas y las bebidas con gas suelen considerarse comida chatarra.
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Los análisis muestran que la comida chatarra es rica en grasas saturadas, en densidad energética y en fructosa, mientras que es escasa en fibras, vitaminas A, C y calcio.
Es alarmante el índice de consumo de comida chatarra en nuestro país. Algunas de las enfermedades que se derivan de la ingesta de comida chatarra se reflejan en la población infantil y adolescente aunque los adultos no están exentos de ello pero esto se debe a la sinergia que se tiene desde los tiempos de su niñez.
Las enfermedades más significativas son las cardiovasculares, la diabetes, la hipertensión arterial y la principal, la obesidad, que es el fundamento de nuestra investigación. En nuestra sociedad, éste problema se incrementa día con día.
¿Cómo afecta a nuestro organismo la comida chatarra?
Si nuestra alimentación se basa en el consumo excesivo de este tipo de comidas, los resultados para nuestra salud pueden ser realmente peligrosos.
Entre las más graves consecuencias:
Aumento de peso y más posibilidades de desarrollar obesidad
Colesterol malo alto
Riesgo de enfermedades cardiovasculares
Deficiencia cardíaca
Resistencia a la insulina.
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¿Cómo prevenir su consumo?
Esto podríamos evitarlo comiendo balanceadamente una variedad de alimentos, consumir sales, grasas y azucares en pocas cantidades, y además tener una buena dieta con diferentes proteínas y minerales que el cuerpo necesita.
Algunos tips que nos pueden ayudar son:
Comer despacio, acompañado y sin ver televisión
En lugar de comer un refrigerio se puede optar por otras actividades como leer, dibujar, compartir una taza de café, estudiar, bailar, etc
Empezar lentamente el cambio de rutina
Comer de manera saludable es un estilo de vida, no una solución rápida a un problema.
Prueba con estas alternativas saludables: un puñado de almendras o maní tostado, granola, frutas.
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